Entrada caliente: pinchos con chorizo, pollo, cerdo, verduras y mollejas, acompañados con salsa de queso parmesano. Tiritas de entraña y arrollados de pollo relleno con jamón crudo, aceitunas negras y tomates secos.
Plato principal: costillar de vaca al romero y costillar de cerdo a la sal, ambas con opcional de salsa barbacoa casera. Faldita.
Ensaladas: criolla, hojas verdes, pimientos asados y porotos en escabeche.
Postre: a quién le importa el postre.
Desde la noche antes de la gran fecha, el WhatsApp segregaba saliva con el menú propuesto por Santiago Arias. No era un asador más ni un encuentro más: el primer campeón de los asados organizaba en su casa nada menos que la final anual del Club Social y Deportivo del Asao, resumido simplemente como El Club del Asao. Así, bien tucumano.
La casa del barrio Congreso humeaba desde las 10 de la mañana. Santiago tenía todo listo para recibir a los 17 miembros de este grupo que rara vez convoca a todos sus integrantes. Pero los asados se hacen o se hacen. Y esta vez fueron todos, hasta Roque Gallardo, que llegó prófugo del bautismo de su hijo, compartió con los amigos y volvió a desaparecer.
Con socios y todo
El Club del Asao está integrado por 16 compañeros de la secundaria del Colegio Tulio más Rodolfo Medina, amigo íntimo del fundador y primer presidente del club que en 2017 iniciará su tercer año funcionando y tercera Honorable Comisión Directiva. Sí, tienen presidente y vice que se renuevan todos los años, un tesorero que permanecerá en el cargo hasta que aparezca alguien mejor, y un líder espiritual vitalicio, Jorge Olmos Sgrosso, ideólogo, fundador del club y redactor del Estatuto que hasta cuenta con un preámbulo. Detrás del club habría una organización política inexistente denominada La Opaso, en honor a uno de los curas del colegio.
Con 17 integrantes activos, se planifican 17 fechas de asados ordinarios en las que cada uno de los integrantes será el anfitrión, asador, encargado de las compras y de toda la organización, excepto de las bebidas, que lleva cada comensal. Mucho antes de que se pusiera de moda aquello del fractal de la abundancia, ellos se organizaron de una manera similar: “pagás un asado completo pero comés 16”, resume el tesorero, Augusto “Indio” Ávila, y cuenta que ahora hasta logran descuentos en algunas canicerías “patrocinantes”. Hoy en día, cada reunión cuesta alrededor de $ 3.000 para un solo bolsillo, sin contar la bebida: vino 70%, fernet 20% y cerveza 10%. Además todos pagan una cuota social de $ 200 por mes para comprar los premios de fin de año y el merchandising del club: vasos, platos, cubiertos, remeras, gorras, calcomanías...
Volver a los 17
“El objetivo de este club era un poco traernos a todos de la dispersión y comprometernos a juntarnos todos, o la mayoría del grupo, al menos esas 17 fechas anuales. Este año ya tenemos el cronograma para el año que viene, entonces uno puede organizarse. Aún así no siempre es posible que asistan todos, algunos de los cuales viven fuera de Tucumán, pero en promedio nos juntamos 12 por asado”, cuenta Diego “Sopa” Mambrini, mejor asador del año y presidente electo 2017.
Y no es que antes del club no se encontraban a hacer lo mismo. Lo hacían, aunque sin estructuras. Ahora, con el club, las cosas han tomado otro color: hay un campeonato anual con entrega de premios y honores múltiples para el mejor asador del año. Entonces no hay lugar para improvisaciones ni asados organizados a control remoto: los muchachos dejan todo cuando les toca ser locales.
Con el club consiguieron que la bodega Chico Zossi, de Colalao del Valle, les hiciera un vino con una etiqueta especial. Por eso, se imponía una visita a los valles, donde comieron asado entre los viñedos, se familiarizaron con el proceso del vino y revivieron los tiempos de gira del colegio. Y también ahí en Colalao del Valle, encontraron unos huesos de vaca con los que hicieron las empuñaduras de un cuchillo y un tenedor parrilleros con el grabado del club que sirvió como primer premio al mejor asador del año. Desde entonces, la visita a Colalalo ya es una cita obligada, una vez al año.
También hay “asados temáticos” en los que cada asador decide dónde y cómo hacer la comida. Así viajaron a Raco y a Tafí del Valle con fechas del campeonato. El asado temático es también una categoría para premiar a fin de año. Cristian Molina fue el más votado en esa categoría. Lo premiaron por la devoción que mostró cuando le tocó ser anfitrión: como vive en un departamento (y no tiene parrilla), alquiló una casa para la ocasión.
Y está el premio a la superación, que probablemente sea el que mejor condense el espíritu del Club del Asao. Más allá de la reunión, de que la vida, los matrimonios, los hijos y los trabajos no corten el encuentro, los muchachos quieren hacer cada vez mejores asados. Rodolfo Medina, por ejemplo, hizo por primera vez un asado en el club, por la presión de cumplir con la fecha. “El año pasado hice una picada, no me animaba a hacerlo, pero este año no tuve alternativa. Me gustó hacerlo, tuve ayuda claro, pero dicen que estuvo bueno. Claro que ahora se enteró mi familia y también pide que le haga…”, dice “El Colorado” Medina, orgulloso de su premio. Entre él y Santiago, que se crió viendo a su abuela asando carne a la parrilla, hay un mundo de distancia en cuanto a la experiencia de hacer asados, pero ese abismo desaparece cuando se sientan a la misma mesa reunidos “con sed de sangre vacuna”, como reza su preámbulo.